La instauración del imperio
Luego del fin de la República, Roma se convirtió en un imperio, para cuya administración se creó un sistema muy eficiente.
Augusto y el establecimiento del imperio
Luego de un siglo de guerras civiles, Octavio logró establecer el orden en Roma y concentró en su persona todos los poderes y atributos del Estado. En el año 28 a.C, fue nombrado princeps (“el primero entre los miembros del Senado") e imperator ("general victorioso"), con la cual concentró todos los poderes del Estado. En el año 27 a.C, se le otorgó el título de Augusto (reverenciado, en latín), solo reservado para los dioses. Augusto también era Pontifex maximus, o máxima autoridad religiosa, y tribuno, lo que le otorgaba capacidad de veto.
Para evitar cuestionamientos a su poder o nuevos conflictos, Augusto tomó una serie de medidas:
* Mantuvo las instituciones republicanas, aunque subordinadas a su autoridad: promovió el ingreso al Senado de personas cercanas a él, le otorgó a esta institución la administración de las provincias pacificadas y les dio a estas una mayor participación en las magistraturas, reduciendo así la insatisfacción entre sus miembros.
* Obtuvo el apoyo de la plebe: distribuyó alimentos y ofreció espectáculos gratuitos Doc. 15; además, fomentó el empleo a través de la construcción de obras públicas.
* Neutralizó al ejército: licenció a las dos terceras partes de la tropa, asignó par: celas a los veteranos, ubicó a las legiones en las regiones fronterizas y dispuso el traslado periódico de oficiales para evitar que establecieran vínculos estrechos con sus tropas.
El Alto Imperio o Principado
Antes de morir Augusto nombró como sucesor a su yerno e hijo adoptivo Tiberio, quien luego fue reconocido por el Senado. Así quedó establecida la forma de sucesión: el emperador elegiría a quien habría de sucederlo. De esa manera, se consolidó el poder absoluto de los emperadores.
Durante el Principado, el Imperio romano obtuvo la hegemonía sobre la cuenca del Mediterráneo y alcanzó su máxima expansión territorial y desarrollo económico. En los gobiernos de grandes emperadores como el propio Augusto, Claudio, Vespasiano, Trajano, Adriano y Marco Aurelio, Roma y las demás ciudades se llenaron de grandes construcciones y obras públicas. Además, el arte y la ciencia florecieron.
Las dinastías imperiales romanas
Dinastía Julio – Claudia 28 a.C. a 68 d.C.
Augusto 28 a.C. a 14 d.C.
Tiberio 14 a 37
Calígula 37 a 41
Claudio 41 a 54
Nerón 54 a 68
Dinastía Flavia 69 a 98 d.C.
Vespasiano 69 a 79
Tito 79 a 81
Domiciano 81-98
Nerva 96 a 98
Dinastía Ulpio – Aelia 98 a 192
Trajano 98 a 117
Adriano 117 a 138
Antonino 138 a 161
Marco Aurelio 161 a 180
Cómodo 180 a 192
Dinastía Severa 193 a 235 d.C.
Septimio Severo 193 a 211
Caracalla 211 a 217
Alejandro Severo 222 a 235
Heliogábalo 218 a 222
Roma, la capital del Imperio
La administración imperial
La gran extensión que alcanzó el Imperio romano condujo a los sucesores de Augusto a realizar reformas en la administración de los territorios conquistados. Las más importantes fueron las siguientes:
*La creación de dos tipos de provincias. Las provincias imperiales, situadas en zonas estratégicas, dependían directamente del emperador, mientras que las provincias senatoriales, ubicadas en zonas pacificadas, eran administradas por el Senado, aunque estaban bajo la vigilancia de funcionarios del emperador.
*La concesión de la ciudadanía romana a todos los hombres libres de Roma y, luego, a los de las provincias. El propósito de esta medida era ampliar las bases del poder del emperador y alentar la integración de los pueblos sometidos.
¿Sabías que...?
El gobierno de Augusto fue fructífero en cuanto al desarrollo de las artes. Grandes poetas como Horacio o Virgilio, y pensadores como el historiador Tito Livio, fueron respaldados económicamente por el emperador. Cayo Mecenas, amigo personal de Augusto, fue el encargado de reunir a los artistas más talentosos de la época.
Roma, además, fue embellecida con nuevos templos, teatros y termas. Augusto mencionaba siempre que había recibido una ciudad hecha de ladrillos y que había dejado una hecha de mármol.