¿PARA QUÉ SIRVE ESTUDIAR HISTORIA?✨aulamedia Historia



¿Para qué sirve estudiar historia?
¿Qué tienen en común un papiro egipcio, un mural inca y un tuit sobre la guerra en Ucrania?
Aunque estén separados por siglos —o incluso milenios—, todos son fragmentos de historia. Pedazos del pasado que decidimos conservar, interpretar… o incluso ignorar. La historia está en todas partes: en las bibliotecas, en los monumentos, en los discursos políticos y también en las redes sociales. Pero la gran pregunta es: ¿para qué sirve estudiar historia?

Desde que existen las sociedades humanas, hemos sentido una necesidad profunda: la de recordar.
Recordamos a los fundadores, a los héroes, a los mártires. Recordamos pactos, guerras, milagros y desastres. Cada cultura ha desarrollado sus propias formas de preservar esa memoria: los códices para los aztecas, los poemas épicos para los griegos, los quipus para los pueblos andinos. Pero no se trataba solo de guardar datos. Se trataba de explicarnos a nosotros mismos. De responder a la pregunta: ¿quiénes somos?

Durante siglos, ese relato del pasado estuvo lleno de mitos. Historias donde los dioses fundaban ciudades, los reyes hablaban con los astros y los imperios surgían por designios divinos. Pero en la Antigua Grecia, algo cambió. Aparecieron dos figuras fundamentales: Heródoto y Tucídides.

Heródoto —conocido como “el padre de la historia”— intentó entender los conflictos de su tiempo, como las guerras médicas, no solo a partir de los mitos, sino también reuniendo testimonios y comparando culturas. Tucídides dio un paso más allá. En lugar de explicar la guerra del Peloponeso a través de dioses o destinos, buscó causas humanas, decisiones racionales, intereses políticos. Ese fue el verdadero giro: la historia dejó de ser solo contar cuentos… y pasó a ser una búsqueda de explicaciones.

Hoy entendemos la historia como una ciencia social.
La palabra “historia” viene del griego historia, que significa “información obtenida mediante una investigación”. No se trata de inventar el pasado, sino de investigarlo. Y para eso, los historiadores aplican un método científico, aunque diferente del que usan las ciencias naturales. No estudian átomos ni repiten experimentos en laboratorio. Estudian personas en sociedad: cómo han vivido, gobernado, luchado, amado y recordado a lo largo del tiempo.

El trabajo del historiador comienza con una pregunta clave.
¿Por qué cayó el Imperio Romano? ¿Qué papel jugaron las mujeres en la Revolución Francesa? ¿Cómo influyó internet en las protestas del siglo XXI? A partir de esa pregunta, investiga lo que otros historiadores han dicho, busca fuentes (documentos, cartas, leyes, imágenes, objetos), y las analiza críticamente: ¿quién escribió esto?, ¿con qué intención?, ¿en qué contexto?

Después, el historiador saca conclusiones. Relaciona causas y consecuencias, identifica procesos. No solo dice qué pasó, sino por qué pasó. Finalmente, comparte ese conocimiento: en libros, clases, documentales o canales como este. Porque la historia no es un tesoro enterrado. Es una herramienta para entendernos mejor.

Pero la historia también es interpretación.
No basta con reunir datos. Hay que darles sentido. Dos historiadores pueden analizar el mismo hecho y llegar a conclusiones distintas, y ambos tener buenos argumentos. Interpretar no es manipular. Es comprender profundamente las causas, motivaciones y consecuencias de los hechos. Y esa comprensión crítica del pasado nos ayuda a pensar con más claridad el presente.

Entonces, ¿para qué sirve estudiar historia?

Para entender el presente. Ningún fenómeno actual —desde las guerras hasta las redes sociales— surgió de la nada. Todo tiene raíces.

Para construir identidad. Saber de dónde venimos nos da sentido y nos conecta con quienes nos precedieron.

Para evitar errores. Como dijo Santayana: “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla.”

Para cultivar la empatía. Comprender otras épocas, culturas y modos de pensar nos vuelve más humanos.

Y sobre todo… para imaginar futuros posibles. Porque la historia no está muerta: está viva en cada decisión que tomamos.

Estudiar historia no es vivir en el pasado. Es aprender a construir un mejor presente y un futuro más consciente.
Y tú, ¿qué pregunta histórica te gustaría investigar?