La Curiosidad que Cambió el Mundo
Desde el amanecer de los tiempos, la curiosidad ha sido el motor silencioso que impulsó cada paso de la humanidad. Antes de construir ciudades o escribir historias, hubo una chispa invisible en la mente de nuestros ancestros: el deseo de saber qué había más allá del horizonte. Esa pregunta, aparentemente simple, cambió para siempre el destino del ser humano.
Mientras otras especies se adaptaban a su entorno, nosotros hicimos algo distinto: lo transformamos. No nos bastó con sobrevivir, quisimos comprender. Miramos el fuego y lo dominamos; observamos las estrellas y trazamos mapas; descubrimos que con una piedra afilada podíamos cazar, construir y crear. Cada avance fue producto de esa inquietud interior que nos define: la necesidad de explorar, de aprender, de conquistar lo desconocido.