Imagina a dos historiadores observando la misma fotografía antigua. Uno la interpreta como un acto heroico, mientras que el otro la ve como una tragedia. ¿Cómo puede ser que dos personas vean lo mismo pero lleguen a conclusiones tan opuestas? Esta aparente contradicción nos lleva a distinguir dos conceptos fundamentales: la historia y la historiografía. Conocer la diferencia entre ellos no solo cambia nuestra comprensión del pasado, sino que también nos ayuda a entender cómo y por qué las narrativas históricas varían con el tiempo y según quién las cuente.
¿Qué es la historia? Mucho más que fechas y hechos
La historia es una Ciencia Social dedicada a estudiar el pasado humano para explicar cómo hemos llegado a vivir como lo hacemos hoy. No se trata simplemente de enumerar fechas, batallas o personajes famosos. El historiador sigue un proceso meticuloso: primero define una pregunta o tema de investigación, luego busca y analiza fuentes variadas, como documentos, testimonios, objetos o fotografías, para finalmente contrastar la información y evitar aceptar una sola versión.
Pero la historia no es solo la recopilación de datos; implica interpretación. Aquí entra la subjetividad del historiador, que está influenciada por su formación, valores y contexto histórico. Por ejemplo, la Revolución Francesa fue vista por un historiador liberal del siglo XIX como un avance hacia la libertad, mientras que para un historiador monárquico de la misma época representaba el inicio del caos social. Esto muestra que el mismo hecho puede ser interpretado de manera muy distinta.
La historiografía: la historia de la historia
Mientras que la historia estudia los hechos en sí, la historiografía se enfoca en cómo esos hechos han sido contados, interpretados y explicados por diferentes historiadores a lo largo del tiempo. En lugar de mirar directamente la “fotografía” del pasado, la historiografía analiza los comentarios y opiniones que se han hecho sobre esa imagen histórica.
Un ejemplo clásico es la figura de Cristóbal Colón. Durante siglos, en Europa fue considerado un valiente explorador que unió continentes. Sin embargo, desde una perspectiva historiográfica más reciente, se le ve como un agente del colonialismo, responsable de la muerte y explotación de los pueblos originarios. No es que Colón haya cambiado, sino que las interpretaciones de su figura han evolucionado según los valores y debates actuales.
Esta disciplina nos recuerda que la historia no es estática ni neutral; entender quién, cuándo y con qué propósito se escribió un relato histórico es clave para comprenderlo en su contexto.
El rol del historiador: detective y narrador
El historiador actúa como un detective que recolecta pistas, reconstruye escenarios y cuestiona fuentes para contar una historia coherente y comprensible. Sin embargo, ningún historiador es completamente imparcial, ya que siempre está condicionado por su tiempo y contexto social, político y cultural.
Un caso emblemático es Heródoto, conocido como el “padre de la historia”, quien escribió sobre las Guerras Médicas entre griegos y persas con una visión claramente favorable a su pueblo. De haber existido un cronista persa con un nivel similar de detalle, probablemente habría contado la historia desde una perspectiva muy distinta. Esto pone en evidencia la importancia de analizar diversas fuentes para tener una visión más equilibrada.
¿Por qué es importante diferenciar historia e historiografía?
Confundir hechos con opiniones puede llevarnos a aceptar narrativas sesgadas o manipuladas, especialmente en un mundo saturado de información, noticias falsas y discursos interesados. La historia nos presenta los hechos documentados, mientras que la historiografía nos muestra cómo esos hechos han sido interpretados y relatados.
Un buen ejemplo es la Segunda Guerra Mundial. En libros de historia estadounidenses, el Día D suele ser presentado como el momento clave que cambió el curso de la guerra, mientras que en la historiografía rusa, la batalla de Stalingrado es considerada “el verdadero punto de inflexión”. Ambos hechos ocurrieron, pero la diferencia radica en el enfoque y en las prioridades de cada narrativa.
Corrientes historiográficas que marcan la diferencia
Las distintas corrientes historiográficas reflejan cómo la interpretación del pasado cambia con el tiempo y según las ideas predominantes:
Historiografía positivista (siglo XIX): Propone que la historia debe ser objetiva, como una ciencia, y basarse únicamente en hechos verificables. Se enfoca en fechas, eventos y figuras reconocidas.
Historiografía marxista (siglo XX): Destaca la importancia de las luchas de clases y la economía como motores principales de los procesos históricos.
Nueva Historia (desde mediados del siglo XX): Amplía la mirada hacia aspectos antes ignorados, como la vida cotidiana, la cultura, las mujeres, las minorías y otros actores sociales.
Para ilustrar estas diferencias, pensemos en la Edad Media. Un historiador positivista hablará principalmente de reyes y batallas; un marxista, de la relación entre señores feudales y campesinos; mientras que la Nueva Historia se interesará en cómo era la vida diaria de una mujer campesina.
El riesgo de no cuestionar las fuentes
Cuando la historia se escribe sin espíritu crítico, puede convertirse en propaganda o en una versión parcial que glorifica o esconde ciertos aspectos. La historiografía actúa como filtro para identificar qué visión del pasado se está promoviendo.
Durante el Imperio Romano, muchos textos oficiales ensalzaban a los emperadores, mientras que escritores opositores como Tácito revelaban un lado más oscuro. Hoy, los historiadores cruzan ambas versiones para acercarse a una interpretación más equilibrada.
Aplicaciones prácticas de la historia y la historiografía
Aunque no seas historiador, diferenciar historia de historiografía puede ayudarte a:
Leer noticias y discursos con un ojo crítico, evitando aceptar versiones sesgadas.
Comprender debates actuales sobre memoria histórica y relatos nacionales.
Detectar discursos manipulados o propaganda.
Conclusión: una visión completa y honesta
La historia nos dice qué pasó. La historiografía nos explica cómo y por qué se ha contado así. Aprender a mirar ambas nos permite tener una comprensión más completa, crítica y honesta del pasado y también del presente. Como dice la frase popular, “la historia la escriben los vencedores”, pero la historiografía nos recuerda que también existen las voces de los vencidos, esperando ser escuchadas.