Evolución histórica
Hacia el año 1500 a.C. los medos y los persas, pueblos pastores de origen indoeuropeo, se asentaron en la meseta de Irán. En el norte se instalaron los medos; en el sur, los persas. En el siglo VII a.C., los medos lograron cierta unidad tras imponerse a los persas; luego colaboraron con los caldeos en la derrota de los poderosos asirios.
A mediados del siglo VI, los persas, liderados por Ciro ll el Grande (559-530 a.C.), vencieron a los medos y crearon el reino de Persia, que con el tiempo se constituyó en el mayor imperio conocido hasta entonces. Durante su reinado, Ciro conquistó el reino de Lidia y las colonias griegas en el Asia Menor, sobre las costas del mar Egeo —en la actual Turquía—, así como Mesopotamia, lo que puso fin a la dinastía caldeo-babilónica.
Cambises, hijo de Ciro, incorporó a Egipto durante su reinado (530-521 a.C.). Pero fue con Darío I que el Imperio persa alcanzó su máximo esplendor, ya que consolidó las fronteras desde la India hasta los Balcanes y el noreste de África.
Darío intentó sojuzgar a las ciudades-estado griegas en las guerras médicas (492-449 a.C.), pero los griegos rechazaron exitosamente el ataque. De ahí en adelante, el vasto Imperio persa se mantuvo bajo una administración eficiente, aunque cada vez más débil. En el siglo IV a.C., Alejandro Magno venció al poderoso ejército persa y conquistó el Imperio aqueménida. Tras la muerte de Alejandro Magno en el año 330 a.C., sus generales se dividieron su imperio y el general macedonio Seleuco gobernó Persia.