¿Quién inventó el tiempo? El sorprendente origen de los calendarios
Imagina que despiertas mañana, revisas tu celular y en lugar de decir que es el año 2025… dice que estás en el año 5786. O en el 1446. O incluso en el año 13.0.0.0.0, según el calendario maya. ¿Cómo reaccionarías? Tal vez con sorpresa. Tal vez con una sonrisa nerviosa. Pero sin duda te harías una pregunta inevitable: ¿entonces en qué año estoy?
Esa pregunta es mucho más profunda de lo que parece. Porque el año en el que vivimos no es una verdad universal. No está escrito en las estrellas ni grabado en la naturaleza. Es una decisión humana. Una convención cultural. Un acuerdo que miles de millones de personas seguimos… pero que podríamos haber hecho de otra forma.
En este viaje de Aulamedia, te invito a explorar los orígenes del tiempo medido. No el tiempo físico, que fluye sin detenerse, sino el tiempo que decidimos poner en papel. El tiempo que anotamos en los calendarios, con fechas, días y años. El tiempo que nos permite decir: “esto ocurrió hace siglos” o “esto pasará el próximo lunes”.
¿Por qué necesitamos un calendario?
Desde que el ser humano empezó a observar el cielo, se dio cuenta de que todo sigue un ritmo. Las estaciones cambian, las cosechas llegan, la luna se transforma cada noche. Pero no bastaba con decir “esto pasó hace mucho” o “fue cuando hacía frío”. La humanidad necesitaba ordenar el tiempo.
Así nació el calendario. Una herramienta para registrar, prever y planificar. Pero también, un espejo de cada cultura. Porque elegir desde cuándo contar el tiempo no es cualquier cosa. Es decir: “esto que ocurrió… fue tan importante que merece ser el punto cero”.
El calendario cristiano: el más difundido
Hoy, casi todo el planeta usa el calendario cristiano o gregoriano. Es el que nos dice que estamos en el año 2025. Su punto de partida es simbólico: el nacimiento de Jesucristo. Así se estableció la famosa división: antes de Cristo (a.C.) y después de Cristo (d.C.).
Sin embargo, este calendario no fue adoptado de inmediato. Fue el monje Dionisio el Exiguo quien propuso contar los años desde ese nacimiento, y solo siglos después, en 1582, el papa Gregorio XIII lo reformó para corregir errores astronómicos. De ahí su nombre: calendario gregoriano.
Aunque lo usamos como estándar internacional para la ciencia, la educación y la historia, no es ni el único… ni el más antiguo.
El calendario judío: más de 5700 años de historia
Para la tradición judía, no estamos en el año 2025, sino en el 5786. ¿Por qué? Porque ellos cuentan el tiempo desde la creación del mundo, según la Biblia, ocurrida en el año 3760 a.C.
Este calendario es lunisolar: sigue las fases de la luna pero también se ajusta al ciclo solar. Así se asegura que las festividades, como Pesaj o Yom Kipur, ocurran siempre en la misma estación.
Pero el calendario judío no solo mide el tiempo: lo llena de significado. Cada fecha tiene un valor espiritual. Cada año nuevo, como el Rosh Hashaná, es una oportunidad de reflexión, perdón y renovación.
El calendario musulmán: el tiempo comienza con un viaje
En el mundo islámico, el calendario empieza en el año 622 d.C., cuando el profeta Mahoma emigró de La Meca a Medina. Ese evento, la Hégira, marca el inicio de una nueva era.
El calendario musulmán es estrictamente lunar. Cada año tiene solo 354 días, por lo que las fechas religiosas, como el Ramadán, se adelantan aproximadamente 11 días cada año en relación al calendario solar.
Hoy están en el año 1446 H. (Hijri). Para los musulmanes, el calendario es más que un sistema: es una guía espiritual. Las oraciones, los ayunos, las peregrinaciones… todo está organizado por el tiempo sagrado.
El calendario maya: tiempo cíclico y cósmico
Viajemos ahora a América precolombina. Allí, los mayas crearon uno de los calendarios más sofisticados de la historia: la Cuenta Larga. A diferencia de los calendarios anteriores, los mayas veían el tiempo como algo cíclico, no lineal.
El inicio de su calendario fue el 11 de agosto del 3114 a.C. Y cada gran ciclo duraba 13 baktunes, es decir, unos 5,125 años. El 21 de diciembre de 2012 terminó un ciclo y comenzó otro, lo que muchos interpretaron erróneamente como el “fin del mundo”.
Pero para los mayas, cada final era también un renacimiento. Su visión del tiempo estaba profundamente conectada con el cosmos y con el alma del universo.
¿Cuál calendario es el verdadero?
Es fácil caer en la tentación de pensar que uno de estos calendarios es el “correcto”. Pero la verdad es que todos lo son. Porque el calendario es una herramienta, no una verdad revelada.
Cada civilización eligió un momento para empezar su tiempo. Cada cultura dijo: “esto es lo que vale”. Por eso, cuando enseñamos historia, usamos el calendario cristiano como una convención académica, no porque sea superior, sino porque necesitamos una línea del tiempo común para comparar los hechos.
El tiempo como invención humana
Entonces… ¿quién inventó el tiempo? Nadie en particular. Y al mismo tiempo… todos. El tiempo, como fenómeno natural, está ahí. Pero el calendario es un invento humano, una forma de comprender y organizar lo que sentimos como eterno e inmanejable.
Contar los años es una manera de contar historias. De dar sentido a lo vivido. De no perdernos en el caos. Y cada vez que decimos “hoy es 21 de julio de 2025”, estamos invocando siglos de astronomía, religión, política y cultura.
Así que la próxima vez que escribas la fecha en un papel, recuerda: ese número no es solo una marca del presente. Es el eco de muchas civilizaciones que intentaron algo profundamente humano: domar el tiempo.